A pesar de los problemas de deuda soberana, la amenaza de la deuda
soberana y los procesos de recapitalización de las entidades
financieras, algunos ven el futuro más prometedor que nunca. Este es el
caso del Rolls-Royce, una de las marcas más caras del mundo (nunca por debajo de los 250.000 euros).
Según su consejero delegado de Rolls-Royce, Torsten Mueller-Oetvoes, la situación para la marca del grupo BMW
mejorará a medio y largo plazo, ya que según las previsiones de la
marca, aumentará el número de personas “súper ricas”. En la actualidad
hay en el mundo según la marca 90.000 personas que ostentan esa
posición, pero en diez años esa cifra podría verse aumentada hasta las
120.000.
Por tanto, su base de clientes potenciales crecerá considerablemente.
Lo curioso es que la marca asegura una y otra vez que es una marca de
volumen, y que no tienen intención de aumentar su producción. Sin
embargo, en 2010 vendieron 2.711 coches, la cifra más alta jamás alcanzada por la marca, y su fábrica en Goodwood opera actualmente a plena capacidad.
Interesante dilema el que tenemos aquí. Mientras muchas marcas de
lujo se han visto obligadas a vender coches de un rango de precio menor a
su media habitual (sirva como ejemplo el Aston Martin Cygnet, con mucho éxito por cierto), Rolls-Royce debe decidir el límite de unidades que debe vender para sacar el máximo beneficio posible sin perder su exclusividad, que al final, es uno de sus mayores activos.
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