Es el primer Land Rover que se suma a la “moda” del 4x2. Una tendencia que desde hace años impera en el mundo de los SUV. Segmento en el que se ha de medir a pesar de que la firma británica no se cansa de repetir que el Freelander tiene ese plus extra que le posiciona un escalón por encima de los SUV tradicionales, y medio por debajo de los todoterrenos más completos. Aún con todo, y más acentuado en el caso de esta versión, los SUV son sus más directos rivales. Y con tracción a un solo eje hay unos cuantos. Entre ellos, el Hyundai ix35, el Kia Sorento o el Renault Koleos.
Esta fórmula de vehículo con apariencia de todoterreno pero tracción a un solo eje es más demandada de lo que pueda parecer pues acapara en torno al 23% de las ventas de su segmento. Claro que la diferencia de precio con las versiones 4x4, en este caso 2.350 euros menos, y también un consumo algo más contenido son razones que los clientes que no van a abandonar el asfalto no pasan por alto.
Hay versiones de Freelander 2 con esta configuración desde poco más de 28.000 euros. La que hemos probado, en acabado S, tiene un precio sin extras de 31.280 euros. Si lo queremos con tracción total en el mismo acabado nos saldría por 33.630 euros.
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