Aún recuerdo la primera presentación internacional del
El estudio de diseño, la tecnología introducida, los materiales y sobretodo, el ADN Land Rover, marcaron una enorme diferencia con el Freelander de primera generación. En su momento afirmamos que, efectivamente, era un coche a tener muy en cuenta.
Después de una intensiva prueba dinámica en off-road (dunas incluidas) y todo tipo de carreteras, el
Han pasado ya algunos años y tocaba una actualización. Sobre la misma base, la firma británica ha decidido ahora renovar sutilmente el exterior y el interior y montar motores más eficientes (la normativa y la concienciación social obligan). Se ha hecho un restyling típico: pequeños retoques estéticos y mecánicos sobre algo que ya funciona.
Nos hemos vuelto a poner al volante de este “Mini Range”, y estas son las sensaciones que nos ha transmitido.
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